«En este ceremonial de partida del ejército, Toledo y la basílica palatina o pretoriense de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo tenía un papel protagonista. En dicho templo el rey, como un paladín de Cristo en la tierra, acompaña en las oraciones a los religiosos, quienes coreaban, según la traducción del profesor Orlandis, «¡que Dios esté en vuestro camino y su Ángel os proteja!».
Seguidamente un diácono le entregaba al rey una gran cruz procesional que en su crucero llevaría la reliquia más importante del Regnum Gothorum, el lignum crucis que el Papa Gregorio Magno había regalado a Recaredo por su conversión. A partir de este momento, la cruz era el símbolo del rey y del reino durante la campaña y era llevada en primera línea por un religioso. La cruz llegó a ser una fuente de fuerza simbólica y un elemento de culto en la España Visigoda.
A continuación se entregaban los estandartes, siempre con cánticos que acompañaban toda la escena, y tras otros actos el rey se despedía del obispo, saliendo a caballo de la urbs regia con la cruz en cabeza y el ejército a su espalda».
(«Historia de los Visigodos 📖 ed. Almuzara)